martes, 9 de abril de 2013

Nuestra Pascua


Ha sido deslumbrante.

Nos fuimos sin expectativas y casi huyendo. Sólo queríamos poder vivir la Semana Santa en familia, sin interferencias exteriores.  Esta ha sido nuestra hoja de ruta en los  últimos años, perseguir lo que una a nuestra familia, huir de lo que la separa.
Buenafuente era el destino idóneo. Nuestra experiencia previa nos certificaba que cada vez que habíamos ido, Dios, el Amor, había colmado a nuestra familia. Personal e individualmente y comunitariamente. Porque somos una Comunidad. La más importante que tenemos. Después hay otras, pero después.
Íbamos pensando encontrar el ambiente que hay cuando vamos en verano: silencio, retiro, sin internet, sin cobertura móvil, poca gente, casi ningún niño más….y así poder compartir el tiempo con Dios, en la oración continua con las monjas y con intimidad familiar.

Íbamos a dejarnos llevar y servir por quien allí está. No teníamos que hacer nada, ni preparar nada para la Pascua.
Y al no llevar esquemas, proyectos ni expectativas todo lo que encontramos  supero con creces nuestras mejores experiencias previas. El tiempo se detuvo y el presente era lo único importante. No se echaba de menos nada de lo lleno que se estaba.

Y Dios, el Amor, se cubrió de Gloria…Y resucitó a su Hijo. Cristo, nuestra Pascua. Y a sus hijos, a nosotros.
Y es que Dios es así, cuando le dejas hacer, se luce, como buen artista que es.

Más de doscientas personas, Más de quince familias al completo, con hijos de  22 años para abajo. Religiosas de vida activa, religiosos, laicos, solteros, viudos, consagrados…Y por supuesto nuestras queridas hermanas Cistercienses. Y toda la maravillosa gente de la Acogida. Y no hemos sentido ni un momento de separación o distanciamiento entre los hijos, entre ellos y los padres o en el matrimonio. Y además hemos experimentado la unidad con los que estábamos allí. Amor y unidad. Todos éramos custodios de todos. Ningún padre se molestaba si otra persona cuidaba o corregía a sus hijos

Dice una querida hermana, conocida allí, que en las relaciones que entablas en Buenafuente, al ser iniciadas bajo la guía del Señor, ocurre que sientes como si conocieras a esas personas desde siempre y pasan a formar parte de tu vida.

Luego cada uno vuelve a su casa, trabajo, movimiento, parroquia…pero lleno, completamente lleno.
Y nuestra familia, más unida y con más Amor.

Aleluya, Aleluya, Aleluya

Feliz Pascua
¡CRISTO, NUESTRA PASCUA, HA RESUCITADO!

martes, 19 de febrero de 2013

Gracias, Santo Padre

En la certeza de que es Cristo, personalmente, quien cuida a su Esposa, deseamos que en estos momentos pueda sentirse querido y abrazado por la Iglesia como usted ha querido y abrazado a la Iglesia.
En esta niña, y en otros más, cercanos a nosotros, que han sido abrazados por usted, nos hemos sentido abrazados, cuidados y bendecidos por usted. Y, a través de usted, por Dios mismo. Misterio de Comunión.
Rezamos por usted. 
Que Dios le bendiga y Nuestra Santa Madre le abrace



domingo, 3 de febrero de 2013

Candelaria Doméstica


Hacía muchos años que tenía deseos de encender una Candelaria para la fiesta de la Presentación.
El deseo nacía de un recuerdo de mi infancia. Siendo niña, mi abuela Concha, que vivía con nosotros desde que yo tenía dos años, se emocionaba cuando llegaba esta fiesta y miraba con nerviosismo por la ventana, esperando ver alguna candela encendida en el pueblo.
Pero yo nunca había vivido esta fiesta, y, quizá, por un impulso nostálgico, tenía muchas ganas de hacerlo.
Así que, como en casa podemos hacer fuegos en el jardín, propuse a Papá hacer una celebración doméstica de esta fiesta.
Como no sabía nada de ella, me puse a buscar información en Internet y….¡Dios mío, que belleza!
Estas páginas me han ayudado especialmente:

1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8,9

Y me ha surgido una pregunta: ¿Por qué en 9 años en un colegio de monjas y 22 en una realidad de la iglesia, nadie me había dado a conocer tanta riqueza?
Y también un profundo agradecimiento a Dios por su Iglesia.
Gracias por lo grande que es. El único lugar donde no sólo todos tenemos cabida, sino que, además, cada uno tenemos nuestro lugar especial, diseñado a nuestra medida por el equipo de  los tres mejores profesionales en creación.
Gracias por los tesoros que custodia. Y por tener acceso a ellos gracias a la dedicación de tantos hermanos para darlos a conocer en los nuevos espacios de evangelización.

Voy a contar brevemente lo que hicimos sin profundizar en significados y símbolos.
Vinieron tres familias amigas, rezamos vísperas en el salón de casa, y después de la lectura breve, leímos el evangelio del día y salimos para el porche donde aún teníamos el belén. El establo estaba vacío, sólo quedaba el buey. Habíamos puesto la huída a Egipto a la entrada del templo.

Allí estaba todo a oscuras menos una vela que habíamos dejado cerca del establo. De ella encendimos las velas que habíamos repartido al empezar las vísperas, una grande para cada matrimonio y una pequeña para cada hijo (de las que van dentro de un vasito de plástico rojo). Y fuimos caminando en mitad de la oscuridad hasta donde estaba preparada la hoguera. Allí la  encendimos con nuestras velas y alrededor de ella terminamos las vísperas y después cantamos el nunc dimitis.




Tomamos la Luz de Jesús, ilumina nuestra vida y nuestro camino y juntos encendemos un fuego que se puede ver desde muy lejos. Pero siempre es la Luz de Jesús

Una vez terminada la oración, estuvimos tirando unas bengalas, cohetes y petardos
y acabamos cenando unas pizzas dentro de casa.


Ha sido una experiencia preciosa para todos. Espero que sea el comienzo de una tradición.
Gracias a todos los que habéis hecho posible ver cumplido este deseo. Que Dios os bendiga y Nuestra Santa Madre os cubra con su manto

 Mamá


jueves, 3 de enero de 2013

Feliz Navidad

Más vale tarde que nunca...Hemos estado un poquillo atareados.
Desde nuestro agujero hobbit(*), te deseamos a tí, seas quien seas, que lees este pequeño blog, que Cristo haya llenado con su nacimiento tu vida y la de todos los que amas, con su Luz y su Paz.



(*)Después de ver la película, cada vez nos identificamos más con esta pequeña raza.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Corona de Adviento


No son tantos los años que la Corona de Adviento lleva haciendo acto de presencia en nuestras parroquias y casas. Por lo menos en las latitudes en las que vivimos.
Durante varios años la hemos preparado y puesto en casa. Hemos ido encendiendo una vela nueva cada Domingo de Adviento y nos ha servido para llevar la cuenta del tiempo que faltaba para Nochebuena.
Pero el Adviento no es sólo el tiempo para prepararse para la Navidad. El Adviento es algo más. Viene para despertarnos y recordarnos cual debe ser la actitud del cristiano en la vida; estar en pie, en vela, con la lámpara encendida y la alcuza llena de aceite, atento y preparado su corazón y su alma  para la venida del  Señor. Porque la venida de Cristo no se limita a la que hizo hace 2000 años en el cuerpecito de un recién nacido, en un establo de Belén. Cristo viene cada día, real y sacramentalmente en la Eucaristía. También en cada persona que se cruza conmigo. Y vendrá al final de los tiempos de forma gloriosa para el Juicio Final. En ese Juicio, nada imperfecto  podrá permanecer ante Él. Todo lo que no sea virtud deberá ser purificado.
Así que, reconociendo que  la Santísima Trinidad  es el Bien, la Verdad y la Belleza supremos y que de ella proviene toda virtud, y que por pura gracia las concede a los hombres, depende de mi libertad aceptarlas y de mi voluntad que prosperen. Y esa actitud de que la gracia no sea inútil en mí, es la del Adviento.
En el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica encontramos el siguiente apartado:
LAS VIRTUDES
377. ¿Qué es la virtud?
1803. 1833
La virtud es una disposición habitual y firme para hacer el bien: «El fin de una vida virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios» (San Gregorio de Nisa). Hay virtudes humanas y virtudes teologales.
378. ¿Qué son las virtudes humanas?
1804
1810-1811
1834, 1839
Las virtudes humanas son perfecciones habituales y estables del entendimiento y de la voluntad, que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta en conformidad con la razón y la fe. Adquiridas y fortalecidas por medio de actos moralmente buenos y reiterados, son purificadas y elevadas por la gracia divina.
379. ¿Cuáles son las principales virtudes humanas?
1805
1834
Las principales virtudes humanas son las denominadas cardinales, que agrupan a todas las demás y constituyen las bases de la vida virtuosa. Son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza.
380. ¿Qué es la prudencia?
1806
1835
La prudencia dispone la razón a discernir, en cada circunstancia, nuestro verdadero bien y a elegir los medios adecuados para realizarlo. Es guía de las demás virtudes, indicándoles su regla y medida.
381. ¿Qué es la justicia?
1807
1836
La justicia consiste en la constante y firme voluntad de dar a los demás lo que les es debido. La justicia para con Dios se llama «virtud de la religión».
382. ¿Qué es la fortaleza?
1808
1838
La fortaleza asegura la firmeza en las dificultades y la constancia en la búsqueda del bien, llegando incluso a la capacidad de aceptar el eventual sacrificio de la propia vida por una causa justa.
383. ¿Qué es la templanza?
1809
1838
La templanza modera la atracción de los placeres, asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados.
384. ¿Qué son las virtudes teologales?
1812-1813
1840-1841
Las virtudes teologales son las que tienen como origen, motivo y objeto inmediato a Dios mismo. Infusas en el hombre con la gracia santificante, nos hacen capaces de vivir en relación con la Santísima Trinidad, y fundamentan y animan la acción moral del cristiano, vivificando las virtudes humanas. Son la garantía de la presencia y de la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano.
385. ¿Cuáles son las virtudes teologales?
1813
Las virtudes teologales son la fe, la esperanza y la caridad
386. ¿Qué es la fe?
1814-1816
1842
La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha revelado, y que la Iglesia nos propone creer, dado que Dios es la Verdad misma. Por la fe, el hombre se abandona libremente a Dios; por ello, el que cree trata de conocer y hacer la voluntad de Dios, ya que «la fe actúa por la caridad» (Ga 5, 6).
387. ¿Qué es la esperanza?
1817-1821
1843
La esperanza es la virtud teologal por la que deseamos y esperamos de Dios la vida eterna como nuestra felicidad, confiando en las promesas de Cristo, y apoyándonos en la ayuda de la gracia del Espíritu Santo para merecerla y perseverar hasta el fin de nuestra vida terrena.
388. ¿Qué es la caridad?
1822-1829
1844
La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor a Dios. Jesús hace de ella el mandamiento nuevo, la plenitud de la Ley. Ella es «el vínculo de la perfección» (Col 3, 14) y el fundamento de las demás virtudes, a las que anima, inspira y ordena: sin ella «no soy nada» y «nada me aprovecha» (1 Co13, 2-3).


  
Así que, este año he decidido hacer mi propia corona de Adviento.
Tiene cinco velas.
Una vela blanca más grande situada en el centro, representa a Cristo, centro y eje de la Historia. En la vela, en espiral, escritos sus nombres: Consejero Maravilloso, Dios fuerte, Rey de reyes, Señor de señores…La vela está situada en el centro de una cruz de vegetación que simboliza el árbol de la cruz, el árbol en el que Cristo nos compró, con su sangre, la vida Eterna. De esta vela parte una trenza tejida con tres cordones, rojo, azul y amarillo, los colores primarios que representan las virtudes teologales,  virtudes que parten de Dios y vuelven a Él, sin que el hombre pueda hacer nada por dárselas a sí mismo o para aumentárselas. El cordón amarillo para la Fe, que ilumina la vida, el azul para la Esperanza, que alienta la vida y el rojo para la Caridad que da la Vida. Son los tres colores que se ven en una llama, como tantas veces es representado el Espíritu Santo. Esta trenza envuelve las ramas de la cruz y rodea a cuatro velas que están situadas en los huecos de la cruz. La primera es morada, la segunda verde, la tercera rosa y la cuarta naranja; cuatro colores secundarios que representan las virtudes humanas. Las virtudes humanas son perfecciones habituales y estables del entendimiento y de la voluntad, que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta en conformidad con la razón y la fe. Adquiridas y fortalecidas por medio de actos moralmente buenos y reiterados, son purificadas y elevadas por la gracia divina. Las principales virtudes humanas son las denominadas cardinales, que agrupan a todas las demás y constituyen las bases de la vida virtuosa. Son
Prudencia, Fortaleza, Templanza y Justicia. Me ha parecido que deben ir en ese orden por lo siguiente:
 Primero la Prudencia porque Es guía de las demás virtudes, indicándoles su regla y medida
Tercero la Templanza, porque es el Domingo Gaudete y dice San Pablo “que vuestra mesura la conozca todo el mundo”
La Justicia, el cuarto Domingo, en el que recordamos la Encarnación. María merece nuestra veneración y la Justicia consiste en la constante y firme voluntad de dar a los demás lo que les es debido.
Segundo, la Fortaleza, francamente, por descarte. Pero también se puede ver esta virtud en las lecturas del segundo Domingo.
En cada una de las cuatro velas de las virtudes cardinales he puesto una etiquetita con la explicación de esa virtud.
Por último, la bandeja de plata que lo sostiene todo. No se ve casi, pero ella humildemente, acoge en su seno todas las virtudes, todo el sacrificio (la cruz) y todo el Amor y lo ofrece a los que le rodean. Sin reservarse nada. Representa a Nuestras Santas Madres María y la Iglesia.
Además, es octogonal, el ocho es el número de la plenitud.





martes, 6 de noviembre de 2012

Año de la Fe


Para seguir la invitación del Santo Padre a confesar, celebrar, vivir y orar la Fe en este año, estamos haciendo lo siguiente:
Los lunes, después de comer, nos sentamos alrededor de la mesa del comedor y rezamos la hora intermedia hasta la lectura breve. A continuación, leemos un par de párrafos del Catecismo, de la primera parte, que trata sobre la Fe. Entonces copiamos las citas bíblicas que aparecen en el texto en unas libretas especiales que tenemos para ello. A partir de ahí, cada uno empieza su trabajo personal, leyendo esas citas y, escogiendo una, realiza un escrutinio de esa Palabra, copiando las citas a las que va siendo llevado por los paralelos al margen (usamos la Biblia de Jerusalén). Aquí cada uno da su toque personal, hay quien dibuja, hay quien decora, hay quien pone frases en grande, hay quien copia mucho, hay quien poco, hay quien escribe la oración, o el gemido, o el grito, o la pregunta, o la alabanza, a la acción de gracias o… lo que el Espíritu le suscita.
Eso lo hacemos durante unos 45 minutos y terminamos con oraciones personales en voz alta, el Padre Nuestro y la oración conclusiva de la intermedia.

Viene una querida amiga nuestra a compartir esta oración.

Los pequeños perciben la presencia de Jesús en medio de nosotros y están muy tranquilos. Cary, que va leyendo y escribiendo, se coge una biblia infantil y una libretita, por propia iniciativa, e intenta copiar algún texto. Yick, juega en silencio, y con voz bajita, de vez en cuando, viene a decirme:
- “Mami, quiero tética”.
- ”Espera un momentico hijo, que mami está rezando, ¿vale?”
- “vaaale”
Aquí ponemos unas fotos.






domingo, 21 de octubre de 2012

Por qué Escuela Doméstica


Cuando empezamos a conocer el mundo del homeschooling y a intentar compartir con familiares y amigos, lo que íbamos descubriendo, todo eran complicaciones. Hablabas en otro idioma. Conceptualmente, sí, pero también lingüísticamente. Y buscar una traducción para el término nos llevó a decidirnos por la que usamos como nombre del blog.
¿Por qué?
Hacía ya mucho tiempo que la realidad que vivíamos en la educación, en la Iglesia, en la sociedad, no satisfacía los anhelos de nuestros  corazones. Sentíamos (y sentimos) que nuestra vocación al Matrimonio conlleva una misión tan grande que nos supera y que no alcanzamos a ver. El Magisterio reciente de la Iglesia respecto al tema, gracias especialmente al Beato Juan Pablo II, es una maravilla desgraciadamente poco, muy poco, conocida.
Sentimos que por este Sacramento de servicio a la Comunidad, nuestras vidas adquieren plenitud, pues es nuestro camino de santidad y de salvación. Vivirlo cada día es nuestro Camino, nuestra vocación, nuestra misión. Así es como nosotros lo vemos, es nuestra visión.
Los votos matrimoniales son una cosa muy seria. Toda la liturgia del Sacramento lo es. Alianza de Dios Trinidad con la humanidad, asociándola a su labor creadora, cuidadora, educadora, redentora…
Y si la Iglesia no duda en reconocer nuestra familia como Iglesia Doméstica, no vemos a nadie autorizado a poner en duda que sea también Escuela Doméstica.
La Escuela Doméstica no es una opción educativa, es un estilo de vida. En nuestro caso es un deseo de ser coherentes con las promesas que nos hicimos ante Dios y para Dios y para su Iglesia. Repito, en nuestro caso. Porque las misiones de proclamar la palabra de Dios, de ser Sacerdote, Profeta y Rey y todas las demás recibidas en el Bautismo, para el servicio del Reino de Dios, que es la Iglesia, tienen, a nuestro modo de ver, dos concreciones especiales, preferentes y privilegiadas, pues, no en vano fueron instituidas por el Espíritu Santo como Sacramentos.
El Orden Sacerdotal y el Matrimonio.
Dios es Familia. Por eso cuando el Hijo vino al mundo, se preparó una familia.
Esta familia, La Sagrada Familia de Nazareth, es imagen humana de la Familia Trinitaria. En ella, se vive en Humildad, Sencillez y Alabanza. A través del trabajo, el compartir y la oración. Buscando el Bien, la Verdad y la Belleza. Creciendo en Sabiduría y en Gracia ante Dios y ante los hombres
Esta Familia, es nuestro modelo e inspiración desde que empezó nuestro matrimonio. Y de ella vamos aprendiendo y recibiendo. Lentamente, pues a pesar de la magnificencia de los maestros, somos torpes discípulos.
El Papa, en la homilía de la Eucaristía de proclamación como doctores de la Iglesia de San Juan de Ávila y Santa Hildegarda de Bingen dijo:

El tema del matrimonio, que nos propone el Evangelio y la primera lectura, merece en este sentido una atención especial. El mensaje de la Palabra de Dios se puede resumir en la expresión que se encuentra en el libro del Génesis y que el mismo Jesús retoma: «Por eso abandonará el varón a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne» (Gn 1,24, Mc 10,7-8). ¿Qué nos dice hoy esta palabra? Pienso que nos invita a ser más conscientes de una realidad ya conocida pero tal vez no del todo valorizada: que el matrimonio constituye en sí mismo un evangelio, una Buena Noticia para el mundo actual, en particular para el mundo secularizado. La unión del hombre y la mujer, su ser «una sola carne» en la caridad, en el amor fecundo e indisoluble, es un signo que habla de Dios con fuerza, con una elocuencia que en nuestros días llega a ser mayor, porque, lamentablemente y por varias causas, el matrimonio, precisamente en las regiones de antigua evangelización, atraviesa una profunda crisis. Y no es casual. El matrimonio está unido a la fe, no en un sentido genérico. El matrimonio, como unión de amor fiel e indisoluble, se funda en la gracia que viene de Dios Uno y Trino, que en Cristo nos ha amado con un amor fiel hasta la cruz. Hoy podemos percibir toda la verdad de esta afirmación, contrastándola con la dolorosa realidad de tantos matrimonios que desgraciadamente terminan mal. Hay una evidente correspondencia entre la crisis de la fe y la crisis del matrimonio. Y, como la Iglesia afirma y testimonia desde hace tiempo, el matrimonio está llamado a ser no sólo objeto, sino sujeto de la nueva evangelización.

Y en Loreto,

En la crisis actual, que afecta no sólo a la economía sino a varios sectores de la sociedad, la Encarnación del Hijo de Dios nos dice lo importante que es el hombre para Dios y Dios para el hombre. Sin Dios, el hombre termina por hacer prevalecer su propio egoísmo sobre la solidaridad y el amor, las cosas materiales sobre los valores, el tener sobre el ser. Es necesario volver a Dios para que el hombre vuelva a ser hombre. Con Dios no desaparece el horizonte de la esperanza incluso en los momentos difíciles, de crisis: la Encarnación nos dice que nunca estamos solos, Dios ha entrado en nuestra humanidad y nos acompaña.

Pero que el Hijo de Dios habite en la «casa viviente», en el templo, que es María, nos lleva a otro pensamiento: donde Dios habita, reconocemos que todos estamos «en casa»; donde Cristo habita, sus hermanos y sus hermanas jamás son extraños. María, que es la madre de Cristo, es también madre nuestra, nos abre la puerta de su casa, nos guía para entrar en la voluntad de su Hijo. Así pues, es la fe la que nos proporciona una casa en este mundo, la que nos reúne en una única familia y nos hace a todos hermanos y hermanas. Contemplando a María debemos preguntarnos si también nosotros queremos estar abiertos al Señor, si queremos ofrecer nuestra vida para que sea su morada; o si, por el contrario, tenemos miedo a que la presencia del Señor sea un límite para nuestra libertad, si queremos reservarnos una parte de nuestra vida, para que nos pertenezca sólo a nosotros. Pero es Dios precisamente quien libera nuestra libertad, la libera de su cerrarse en sí misma, de la sed de poder, de poseer, de dominar, y la hace capaz de abrirse a la dimensión que la realiza en sentido pleno: la del don de sí, del amor, que se hace servicio y colaboración.

La fe nos hace habitar, vivir, pero también nos hace caminar por la senda de la vida. En este sentido, la Santa Casa de Loreto conserva también una enseñanza importante. Como sabemos, fue colocada en un camino. Esto podría parecer algo extraño: desde nuestro punto de vista, de hecho, la casa y el camino parecen excluirse mutuamente. En realidad, precisamente este aspecto singular de la casa, conserva un mensaje particular. No es una casa privada, no pertenece a una persona o a una familia, sino que es una morada abierta a todos, que está, por decirlo así, en el camino de todos nosotros. Así encontramos aquí en Loreto una casa en la que podemos quedarnos, habitar y que, al mismo tiempo, nos hace caminar, nos recuerda que todos somos peregrinos, que debemos estar siempre en camino hacia otra morada, la casa definitiva, la Ciudad eterna, la morada de Dios con la humanidad redimida (cf. Ap 21,3).

Este  deseo de que nuestra casa sea una casita de Nazaret, ha latido siempre en nuestros corazones y ha hecho que ella sea lo que es. No es mérito nuestro en absoluto. Y el celo por que se den las condiciones de esa casa, asumiendo las diferencias insalvables, nos ha llevado a tomar decisiones “radicales” con las que nos hemos ganado incomprensión, rechazo y aislamiento. Hemos sido tachados de raros. Pero hemos ganado en  fe y en fortaleza, que nos han hecho capaces de abandonar supuestas seguridades que limitaban lo que ardientemente nos reclamaba nuestro corazón. Porque lo que empezó pensando nosotros que era una elección nuestra, se ha demostrado, con el tiempo, que no partió de nosotros, sino que partió de La Sagrada Familia. Que fue ella la que nos pidió que hiciéramos de nuestra casa, Su Casa.

Y no podemos delegar esta petición en nadie más, ni dejar que un movimiento, una estructura, una organización, otra visión, condicione su carácter, su personalidad, su misión. Y la sola sospecha de que pueda hacerlo es motivo más que suficiente para cerrar puertas.
Para nosotros la primera misión de nuestro matrimonio es la educación de nuestros hijos según la Ley de Cristo y de su Iglesia, a lo que dijimos estar dispuestos en nuestros votos matrimoniales. Por ello decidimos cerrar  la puerta a la estructura del sistema educativo, que hace todo lo contrario.

Estamos seguros de que no somos algo especial ni exclusivo, que esta llamada se ha dirigido a más familias… En realidad a todo matrimonio católico. Esperamos que la Sagrada Familia nos ponga en contacto, porque la unión hace la fuerza. Necesitamos familias con esta llamada para compartir nuestro caminar.
Por eso la iniciativa que ha empezado en México nos parece preciosa y apenas aclaremos un par de cosas intentaremos unirnos a ella.
También, gracias a esta página, hemos conocido las Escuelas de María, a las que vamos a abrirle las puertas para conocerlas y ver si nos pueden ayudar en nuestro Camino.

Pero ahora hay una prioridad clara. El Santo Padre ha inaugurado el año de la Fe. En la homilía de la Eucaristía del Domingo, 16 de octubre de 2011  ha dicho:

Este «Año de la fe» comenzará el 11 de octubre de 2012, en el 50º aniversario de la apertura del concilio Vaticano II, y terminará el 24 de noviembre de 2013, solemnidad de Cristo Rey del Universo. Será un momento de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo.
Queridos hermanos y hermanas, vosotros estáis entre los protagonistas de la nueva evangelización que la Iglesia ha emprendido y lleva adelante, no sin dificultad, pero con el mismo entusiasmo de los primeros cristianos. En conclusión, hago mías las palabras del apóstol san Pablo que hemos escuchado: doy gracias a Dios por todos vosotros. Y os aseguro que os llevo en mis oraciones, consciente de la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y la firmeza de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor (cf. 1 Ts 1, 3). La Virgen María, que no tuvo miedo de responder «sí» a la Palabra del Señor y, después de haberla concebido en su seno, se puso en camino llena de alegría y esperanza, sea siempre vuestro modelo y vuestra guía. Aprended de la Madre del Señor y Madre nuestra a ser humildes y al mismo tiempo valientes, sencillos y prudentes, mansos y fuertes, no con la fuerza del mundo, sino con la de la verdad. Amén.

Así que todos nuestros proyectos, sueños, ideas, visiones… van a ser puestos a un lado para, como pide Benedicto XVI en la carta apostólica Porta fidei, confesar, celebrar, vivir y orar la Fe. Para, en esta escuelita, formarnos con la Palabra de Dios y la tradición de la Iglesia guiados por el Santo Padre.