martes, 9 de abril de 2013

Nuestra Pascua


Ha sido deslumbrante.

Nos fuimos sin expectativas y casi huyendo. Sólo queríamos poder vivir la Semana Santa en familia, sin interferencias exteriores.  Esta ha sido nuestra hoja de ruta en los  últimos años, perseguir lo que una a nuestra familia, huir de lo que la separa.
Buenafuente era el destino idóneo. Nuestra experiencia previa nos certificaba que cada vez que habíamos ido, Dios, el Amor, había colmado a nuestra familia. Personal e individualmente y comunitariamente. Porque somos una Comunidad. La más importante que tenemos. Después hay otras, pero después.
Íbamos pensando encontrar el ambiente que hay cuando vamos en verano: silencio, retiro, sin internet, sin cobertura móvil, poca gente, casi ningún niño más….y así poder compartir el tiempo con Dios, en la oración continua con las monjas y con intimidad familiar.

Íbamos a dejarnos llevar y servir por quien allí está. No teníamos que hacer nada, ni preparar nada para la Pascua.
Y al no llevar esquemas, proyectos ni expectativas todo lo que encontramos  supero con creces nuestras mejores experiencias previas. El tiempo se detuvo y el presente era lo único importante. No se echaba de menos nada de lo lleno que se estaba.

Y Dios, el Amor, se cubrió de Gloria…Y resucitó a su Hijo. Cristo, nuestra Pascua. Y a sus hijos, a nosotros.
Y es que Dios es así, cuando le dejas hacer, se luce, como buen artista que es.

Más de doscientas personas, Más de quince familias al completo, con hijos de  22 años para abajo. Religiosas de vida activa, religiosos, laicos, solteros, viudos, consagrados…Y por supuesto nuestras queridas hermanas Cistercienses. Y toda la maravillosa gente de la Acogida. Y no hemos sentido ni un momento de separación o distanciamiento entre los hijos, entre ellos y los padres o en el matrimonio. Y además hemos experimentado la unidad con los que estábamos allí. Amor y unidad. Todos éramos custodios de todos. Ningún padre se molestaba si otra persona cuidaba o corregía a sus hijos

Dice una querida hermana, conocida allí, que en las relaciones que entablas en Buenafuente, al ser iniciadas bajo la guía del Señor, ocurre que sientes como si conocieras a esas personas desde siempre y pasan a formar parte de tu vida.

Luego cada uno vuelve a su casa, trabajo, movimiento, parroquia…pero lleno, completamente lleno.
Y nuestra familia, más unida y con más Amor.

Aleluya, Aleluya, Aleluya

Feliz Pascua
¡CRISTO, NUESTRA PASCUA, HA RESUCITADO!

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